Publicado originalmente en https://www.animalpolitico.com/analisis/organizaciones/nuestras-voces/trabajo-decente-agroindustria
Por: Daniel Cortés Martínez
El pasado lunes 7 de octubre se lanzó la campaña “Voltea al Campo”, impulsada por el Proyecto Periplo, iniciativa colaborativa que promueve el ejercicio y la defensa de los derechos humanos y laborales de las personas trabajadoras agrícolas migrantes. El principal objetivo de la campaña es entablar un diálogo y catalizar una serie de reflexiones en los consumidores acerca del origen de los alimentos que consumen, el trabajo que hay detrás de todo el proceso desde la siembra hasta que el alimento llega a las mesas, y hacer visibles y palpables las violaciones sistemáticas a los derechos laborales y humanos que enfrentan las personas que llevan a cabo esa labor fundamental para el sostenimiento de la economía y de la vida misma de miles de personas.
Coincidente y muy adecuadamente, el mismo 7 de octubre se celebró el Día Mundial del Trabajo Decente, fecha que fue instaurada para hacer un llamamiento internacional a favor de las condiciones laborales dignas, el respeto a los derechos fundamentales en el trabajo, y el fomento a la protección social. Al respecto, conviene mencionar el marco de referencia para el trabajo decente adoptado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para posteriormente empatarlo con las estadísticas disponibles acerca de las condiciones reales del trabajo en el campo. Dicho marco de referencia se compone de 10 elementos sustantivos que son: 1) oportunidades en el mercado laboral; 2) salario adecuado; 3) jornada laboral decente; 4) balance entre los ámbitos laboral, familiar y personal; 5) trabajos que deberían ser abolidos; 6) estabilidad y seguridad en el trabajo; 7) igualdad de oportunidades y trato en el empleo; 8) entorno de trabajo seguro; 9) seguridad social, y 10) diálogo social, representación de los trabajadores y los empleadores.
En palabras de Pedro Américo Furtado, director de la oficina para México y Cuba de la OIT, en aquellos casos en los que se incumple uno solo de estos puntos sustantivos entonces ya no estamos hablando de un trabajo decente o digno. Dicho esto, ¿podemos afirmar que existen las condiciones suficientes y necesarias para un trabajo decente en el campo mexicano? De acuerdo con datos y cifras compartidos desde la campaña “Voltea al Campo” podemos darle respuesta a esta pregunta. Desde el 1º de enero de 2024 el salario mínimo mensual para las personas trabajadoras agrícolas es de $8,442.60 para la mayor parte del país, pero en realidad el salario promedio mensual alcanza los $3,040 pesos y en algunas regiones del país el ingreso llega a ser menor a los $1,000 pesos mensuales, sin contar los casos de subregistro o aquellos en los que ni siquiera se otorga una remuneración económica por la labor realizada. Así encontramos el incumplimiento del punto dos del marco de referencia.
Por otro lado encontramos que el 78.1 % de la población jornalera agrícola trabaja más de 48 horas por semana, lo que contraviene directamente el punto número tres referente a la jornada laboral decente, e incluso contraviniendo la propia Ley Federal del Trabajo. Referente al punto número cinco del marco de referencia sobre los trabajos que deberían ser abolidos, encontramos que el trabajo infantil y el trabajo juvenil de personas entre 15 y 17 años ha existido históricamente en los campos agrícolas, situación que se vuelve particularmente preocupante por las características de trabajo peligroso y arduo que reúne el trabajo en el campo.
En el primer trimestre de 2024 la informalidad laboral en el sector agrícola alcanzó 78.9 %, además de que las circunstancias de alta movilidad de campo en campo y de región en región crean condiciones de inestabilidad económica y laboral, yendo en contra del punto seis del marco de referencia. Sin continuar ahondando en la multiplicidad de problemáticas que enfrenta este sector en particular, quiero ahora hacer mención a la complicada situación a la que hacen frente las mujeres jornaleras agrícolas para ilustrar la desigualdad de oportunidades y trato en el empleo referente al punto siete. En México hay aproximadamente 323 mil mujeres trabajadoras agrícolas, de las cuales 58% trabajan sin pago, 93 % carece de contrato que garantice la formalidad de la relación laboral, 90 % no tiene acceso a seguridad social o a servicios de salud proporcionadas por el patrón y 86% no cuenta con ningún tipo de prestaciones laborales.
Así pues, después de este breve análisis podemos responder a la pregunta planteada con anterioridad, llegando a afirmar que en el trabajo del campo mexicano NO existen las condiciones necesarias ni suficientes para considerarlo como un trabajo decente o digno, sino que reúne las características de un trabajo precarizado y con amplias oportunidades de explotación y vulneración sistemática de derechos laborales y humanos. De esta manera, la campaña “Voltea al Campo” busca hacer un llamado para hacer visibles y crear consciencia acerca de estos problemas mencionados y lograr la intervención activa de las y los consumidores para mejorar las condiciones laborales de las personas trabajadoras agrícolas.
* Daniel Cortés Martínez (@danielcormar89) es coordinador de la causa de defensa de los derechos de las personas trabajadoras agrícolas migrantes en @NosotrxsMx.
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